Manes construyó un prestigio emulsionado en las mesas de Mirtha Legrand, el gran telar de lugares comunes de este tiempo. |
La Argentina se esfuerza, y con éxito, en hacer de grandes narcisos grandes personalidades. Con Facundo Manes esta peculiaridad nacional estaba haciendo cumbre. Repitiendo una historia sencilla, pava, de progreso escolar y aplicando verdades destiladas de la neurociencia en los asuntos públicos, Manes fue haciendo una fama o un prestigio emulsionado por su participación en las mesas de Mirtha Legrand, el gran telar de lugares comunes de este tiempo, y a no más escrutinio que a ese, porque la clave para hacer de grandes narcisos grandes personalidades es que se pregunte poco o mal. Tuvo algunos socios gratis para volverse reconocible.
Uno, la época, la prolongación de la vida, especialmente en los sectores medios y altos en donde cada vez más existencias acaban por enfermedades neurodegenerativas y ya no del corazón, o de cáncer, donde las métricas de colesterol, triglicéridos, o pólipos que se anticipan, postergan lo que será irreversible pero después, bastante después. La gente siempre quiere saber de qué se trata lo que lo llevara puesto. Por eso Favaloro fue más que Matera en el tiempo en que Alonso era más que Potente.
El otro socio fue la UCR que tiene locura por los extrapartidarios desde que sus principales dirigentes descubrieron que invitar a forasteros a usar la marca y la cadena de repetidoras es la manera de estirar infinitamente sus carreras burocráticas -no electorales- porque con el de afuera popular se evitan que uno de adentro crezca, desarme a los sin votos, y los jubile.
Asà inflaron en paralelo a Lousteau, que al menos sabe de qué habla, y a Manes. Ambos, a medida que adquirieron volumen los han ido despreciando. Atenta a estas fluctuaciones emocionales, la gobernadora Vidal se lo mexicaneó a Facundo, pero después se los quiso imputar en la distribución de bancas por colores (divina) y en el medio lo volvieron a medir, y se ve que no era para tanto porque le ofrecieron ir de número 2, y con el número 2 nace la pena, decÃa Marechal, o pudo haber pensado como un chico de las inferiores que del 2 no se acuerda nadie y se saca la medalla como enseñó Bielsa a varias generaciones de inocentes.
Porque dudo que su renuncia de hoy a integrar la lista sea megalomanÃa, algo del orden "volveré con mi ejército a tomar lo que me corresponde y hoy me han negado". Facundo piensa que el trabajo de la polÃtica es joda, y que ésta debÃa darle gratis lo que en su carrera de médico sà le costó, como quien quiere su Plan.
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La decadente UCR, quizás no quedó otra opción, pienso que aun es hacer su camino fundar una nueva opción.
En cuanto al segundo no sirve para nada, el Doctor Bilardo sin duda.